Maflow: Llega la fabricación con impresora

Introduce esta tecnología para pequeñas series y personalizaciones y la compartirá con otras empresas que la necesiten y con centros de formación

De la planta cántabra salen cada año 2,2 millones de componentes de circuitos de aire acondicionado que se montan en fábricas de coches de toda Europa. Foto: MARÍA CASUSO

Maflow no se puede quejar.

La fabricación de los manguitos del aire acondicionado que llevan los coches va mejor que nunca.

A pesar del parón de primavera por el confinamiento, la demanda vuelve a crecer, ha conseguido un pedido importante para Inglaterra y va a acometer una ampliación para poder fabricar por sí misma las tuberías de aluminio que ahora le suministra otra empresa de su grupo, la multinacional polaca Maflow Boryszew. Pero también ha comenzado a elaborar líquidos refrigerantes e hidrogeles, donde tiene importantes expectativas comerciales.

La fábrica parece dispuesta a aprovechar cualquier oportunidad que pueda proporcionarle su grupo pero su última iniciativa es muy distinta: la producción de pequeñas series con impresoras industriales 3D que también pondrá al servicio de otras empresas y de los centros de formación, para que Cantabria sea pionera en sacar al mercado jóvenes formados en la tecnología que viene.


En noviembre, y después de una inversión de algo más de dos  millones de euros, Maflow abrirá una nueva línea de fabricación en una nave contigua que ahora está acondicionando. La planta de Guarnizo ha conseguido que su grupo le confíe la fabricación de las tuberías de aluminio que ensambla con los manguitos de caucho para hacer los circuitos del aire acondicionado de los coches. Esa nueva actividad aumentará sensiblemente el valor añadido de sus componentes y dará lugar a la contratación de 30 personas más, de forma que su plantilla llegará a 170 trabajadores.

El director general de la empresa, Marcos Díaz, reconoce que llevaban mucho tiempo insistiendo a la matriz con este proyecto y que para conseguirlo no solo han bastado los méritos de la empresa, que es la más productiva del grupo. También ha ayudado la buena marcha de la multinacional a la que pertenece, al haber sido elegida recientemente por varias marcas de automoción para nuevos modelos, unos contratos que aseguran la cartera de pedidos a largo plazo.


Fabricación de anticongelante y de hidrogel. Foto: MARÍA CASUSO

La propia planta de Guarnizo tiene carga de trabajo para varios años con los circuitos de aire acondicionado que ensambla, dobla y testa, destinados a fábricas europeas de Volkswagen, Renault, Citroën, Nissan, Skoda o Seat, pero no se ha conformado y ha decidido abrir tres líneas de negocio más en pocos meses. La primera ha sido la producción de líquidos de refrigeración (anticongelantes) para coches de la marca Borygo que posee su compañía, una línea muy automatizada en donde pretende librar la batalla de la calidad más que la del precio.

Para ello, ha tenido que adentrarse en un terreno que le resulta inédito, el de la comercialización. No resulta fácil, pero el director de la planta se muestra satisfecho, especialmente después de haber firmado un acuerdo con la asociación nacional de empresarios de estaciones de servicio, presidida por el cántabro Jorge de Benito, que le permitirá colocar su producto en unas 4.000 gasolineras.

Durante el confinamiento Maflow puso en marcha otra iniciativa paralela, la del hidrogel. Aprovecha que hay fábricas de etanol en su grupo, lo que le facilita poner en el mercado a un precio ajustado un producto de más calidad que la mayoría de los existentes, con un 80% de etanol. También puede aportar todas las certificaciones, “algo que no tienen la gran mayoría de los que se están vendiendo”, asegura Díaz.

A estas dos nuevas líneas de producto casi simultáneas se va a unir una muy distinta, la fabricación aditiva, con impresoras 3D. Un proyecto cuyo recorrido puede ser más importante fuera de la fábrica que dentro, porque Maflow ha decidido compartir esta tecnología con instituciones y centros de formación profesional que se muestren interesados, para que pueda surgir una especialización laboral en una actividad que el mercado va a reclamar cada vez más.

LA IMPRESIÓN 3D. En las fotos superiores, la sala en la que se han instalado las máquinas de impresión de piezas HP, la Multilet Fusión de la serie 4200. Debajo, la pantalla desde la que se controla el proceso, con los planos de la pieza que se pretende construir y algunas piezas pequeñas fabricadas, en el color gris original. Debajo, a la derecha, piezas impresas que ya se están utilizando en la maquinaria de la planta para montar los racores del aire acondicionado de los coches. Foto: MARÍA CASUSO

Dentro de la fábrica se han instalado dos grandes máquinas de Hewlet Packard para imprimir en tres dimensiones que nada tienen que ver con las 3D habituales, ni en tamaño, ni en aspecto ni en el modo de fabricación, que no está a la vista. Las piezas surgen dentro de unos contenedores negros cargados de un polvo blanco micronizado de poliamida (el utilizado en el nailon) que se va compactando por calor y reactivos hasta adoptar la forma de los planos que se han introducido en su ordenador. En función del tamaño de las piezas, puede hacer una sola, si es grande, o cientos de ellas a la vez. Las máquinas pueden fabricar, incluso, una pieza dentro de otra, algo que con la tecnología convencional es imposible.

La fusión del polvo de poliamida da lugar a una pieza gris oscura que, en función del uso que vaya a tener, puede ser utilizada tal cual, pulida o pintada.

Marcos Díaz, director de la fábrica, junto a un simulador de los volúmenes internos del motor de un modelo de coche, que se utiliza para diseñar las curvas que debe adoptar el circuito de aire acondicionado y evitar que entre en contacto con alguna de las piezas. Foto: MARÍA CASUSO

La fábrica ya emplea algunas piezas que han salido de estas impresoras tan especiales, pero la capacidad de las máquinas excede sus necesidades y ha decidido compartir esta tecnología para que otras empresas cántabras puedan servirse de ellas y, sobre todo, para abrir una nueva línea de formación profesional para los jóvenes de la región.

Dado que la fabricación aditiva ha venido para quedarse, ya sea para la producción de pequeñas series o para personalizar los productos, Díaz cree que formar especialistas será una oportunidad para crear en Cantabria un auténtico ecosistema 3D. Una apuesta estratégica, en su opinión, porque la demanda de piezas impresas está creciendo deprisa y será mucho más alta cuando este tipo de fabricación se generalice en muchos sectores industriales, donde pronto comprobarán que también contribuye a reducir los costes de desarrollo y producción.

La nave de 1.000 m2 que se está acondicionando para la fabricación de los tubos de aluminio que utiliza la planta, en la que se invertirán 2,2 millones de euros. Foto: MARÍA CASUSO

La tendencia hacia un consumo de productos cada vez más diferenciados e incluso personalizados es la muestra más evidente de que las impresoras 3D se harán un hueco en casi todas las fábricas y Maflow se muestra dispuesta a formar a quienes las manejen.


Maflow Spain Automotive llegó Cantabria en 1994 como Dinaflex, de la mano de un empresario italiano especializado en componentes de caucho para automoción que la vendió en 2003 a un fondo de inversión, cuando ya llevaba su apellido, Manuli. En 2009 entró en situación concursal y la adquirió el grupo polaco Maflow-Boryszew, líder mundial en la fabricación de tubería de aire acondicionado, mangueras para sistemas de dirección asistida y distribución de productos líquidos para automoción marca Borygo. El grupo cotiza en bolsa y su principal accionista es el magnate Roman Karkosik.


Fuente: Cantabria Económica

Fotos: María Casuso